La principal motivación de ocupar un cargo público es lograr un cambio para alcanzar un estado de bienestar real para todas las personas, principalmente por quienes más lo necesitan. Cuando estudié Comunicación en mi primera licenciatura, me di cuenta de que podía aportar mucho a la sociedad apoyando a la comunidad y siendo la voz de quienes no son escuchados. De esta manera, dimos a conocer sus casos y las autoridades los escucharon. Tiempo después, tuve el privilegio y la oportunidad de colaborar en el Honorable Congreso del Estado de Nuevo León, mi bello estado natal. Desde ahí, pude observar cómo se aprobaron muchas leyes en beneficio de los neoloneses, mientras que otras fueron ignoradas por intereses particulares. Fue en ese momento cuando surgió en mí un fuerte compromiso y responsabilidad con mi estado y su gente, fortaleciendo mi pretensión de ocupar un cargo como representante del pueblo y, desde la ley, poder mejorar las condiciones de vida de la gente.

Este compromiso me motivó a estudiar mi segunda licenciatura, una de mis grandes pasiones: Derecho. Tuve la experiencia de trabajar en el Poder Judicial del Estado de Nuevo León y me di cuenta de que no siempre los jueces pueden aplicar sanciones justas debido a la falta de claridad en las leyes. En ocasiones, se emiten resoluciones o criterios que subsanan la falta de legislación. Me encontré con otra razón más para querer cambiar las leyes y así transformar y adaptar distintos ordenamientos jurídicos. Sin duda, la conjunción de mis dos profesiones amplió mi visión sobre la necesidad urgente de lograr la igualdad y la justicia en los distintos ámbitos de la vida.

Otro factor que influyó en mi decisión de participar en el servicio público fue la situación política, social y económica en deterioro que permea en el estado. Ver cómo la corrupción ha sido una práctica cotidiana consentida y tolerada al amparo de la impunidad fortaleció mi pretensión de participar activamente en el quehacer legislativo.