Cuando visité por primera vez una cárcel en EEUU para explicar a decenas de connacionales sus derechos, opciones y caminos, durante ese proceso de encierro me di cuenta de cuál era mi vocación ayudar. Ayudar sobre todo a aquellos que no tienen voz, que no tienen información, que se encuentran en estado de vulnerabilidad. Durante mi tiempo trabajando en el extranjero realice dos viajes a México para repatriar a niños que se encontraban en un estado de indefensión y vulnerabilidad lejos de sus familiares. Viajar con ellos, comprarles juguetes con mi salario que apenas alcanzaba para mi vida al otro lado, darles una distracción y algo que les quitara de la mente este viaje y finalmente ver en sus ojos la indecisión de abrazar a desconocidos que eran sus familiares solo hizo mas fuerte mi deseo de ayudar a los demás. Seguirá siendo mi objetivo ayudar desde mi barrera de la abogacía, sin litigar, solo orientando, informando, allanando los caminos. Hoy en mi ciudad natal veo muchas necesidades y pretendo convertirme en esa voz que les falta.